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Dr. Gurrea: “La salud no es una franquicia sino una responsabilidad”

España cuenta con más de 24.000 clínicas dentales y más de 41.000 dentistas colegiados, a los que se suman 15.000 higienistas y 7.500 protésicos dentales. El número de visitas a consultas odontológicas ha aumentado un 13 % desde 2019, alcanzando los 54 millones anuales. En paralelo, el sector de la medicina estética no deja de crecer: casi el 40 % de los españoles ha probado algún tratamiento estético médico, y el país ya supera las 1.100 clínicas de cirugía plástica.

Este auge responde a la alta rentabilidad del sector y a la creciente demanda, pero también ha abierto la puerta a modelos de negocio que priorizan la rentabilidad por encima del rigor clínico. Centros impulsados por inversores no médicos, con personal escasamente cualificado y con instalaciones que en muchos casos no cumplen los requisitos sanitarios mínimos.

De pisos reconvertidos a quirófanos improvisados

El doctor Gurrea, ginecólogo de la Clínica Euskalduna de Bilbao, advierte que “se han detectado clínicas propiedad de inversores no médicos instaladas en pisos donde la cocina hace de quirófano y el salón de consulta”. En estos centros, afirma, se contrata a personal sin especialización quirúrgica para realizar procedimientos invasivos como liposucciones o extirpaciones de quistes dermoides, “con riesgos evidentes para la salud de los pacientes”.

La situación se repite en el ámbito odontológico. Según denuncian colegios profesionales, las franquicias dentales han protagonizado algunos de los casos más notorios de mala praxis y fraude: tratamientos cobrados por adelantado y no realizados, promesas de cirugías maxilofaciales asumidas por odontólogos recién graduados y una alarmante falta de supervisión sanitaria.

“Lo barato sale caro”, resume Gurrea. “Cuando alguien sin la preparación adecuada manipula un bisturí o un láser, el paciente es quien acaba pagando las consecuencias”.

Intrusismo profesional en cifras

El intrusismo sanitario ha sido objeto de reiteradas denuncias. La Sociedad Española de Medicina Estética (SEME) estima que uno de cada seis tratamientos estéticos en España debe ser corregido posteriormente por un médico cualificado debido a complicaciones derivadas de intervenciones realizadas por personal no autorizado o con formación insuficiente.

La legislación vigente exige que todo centro de medicina estética disponga de un médico responsable titulado y registrado, y que las unidades de tratamiento (denominadas U.48 según el Real Decreto 1277/2003) estén habilitadas como establecimientos sanitarios.

Cuando el inversor sustituye al médico

La tendencia a montar clínicas como negocio rápido ha llevado a que surjan modelos en los que el inversor —sin titulación médica— adquiere un local, lo equipa con instrumental de aspecto moderno y contrata personal generalista o en formación. En algunos casos, se utilizan las propias viviendas o despachos reconvertidos para ofrecer tratamientos de estética o dermatología “en la trastienda” de peluquerías o centros de belleza, donde supuestamente acude un médico una vez por semana.

Estos entornos carecen a menudo de esterilización adecuada, control de residuos, ventilación específica para quirófanos o un circuito limpio-sucio reglamentario, lo que incrementa el riesgo de infección y de complicaciones graves.

El caso de Bilbao: la clínica sin médicos visibles

El doctor Gurrea recuerda que en Bilbao existe un ejemplo paradigmático: una supuesta clínica de reciente creación, ubicada en “La Primera Planta de otra de reconocido prestigio” que ofrece en su página web tratamientos de ginecología, estética y reproducción asistida, pero sin identificar públicamente a los médicos responsables.

“Las clínicas deben transparentar quiénes son sus profesionales. La ausencia de nombres y de titulación acreditada genera desconfianza. Las autoridades sanitarias deben velar porque ningún centro opere en la opacidad”, afirma Gurrea.

Según ha trascendido, el Ayuntamiento de Bilbao habría detectado irregularidades técnicas en las instalaciones de “este establecimiento” y ha iniciado inspecciones. “Algo se oculta cuando un centro se niega reiteradamente a comunicar quiénes son sus médicos”, añade el especialista.

Una responsabilidad compartida

Los expertos coinciden en que la raíz del problema no es únicamente el intrusismo, sino también la falta de control efectivo por parte de las administraciones autonómicas. La alta demanda de servicios como la interrupción voluntaria del embarazo o la medicina estética ha llevado en ocasiones a permitir la apertura de centros sin comprobar plenamente las condiciones técnicas y profesionales exigidas.

El resultado es un mapa sanitario fragmentado, donde conviven clínicas de excelencia con instalaciones precarias, y donde el paciente muchas veces carece de herramientas para distinguir entre ambas.

“Es urgente reforzar la inspección sanitaria y exigir la acreditación profesional visible de todo el personal clínico”, subraya el Dr. Gurrea. “La medicina, en cualquier rama, no puede gestionarse como un negocio sin rostro”.

Compromiso con la ética y la transparencia médica

La Clínica Euskalduna de Bilbao defiende un modelo de medicina basado en la excelencia profesional, la formación continuada y la transparencia con el paciente. Todos sus especialistas, visibles en su GUÍA MÉDICA están acreditados, sus instalaciones cuentan con certificación sanitaria y cada tratamiento se realiza bajo supervisión médica directa.

“Los pacientes deben poder confiar en que quien les atiende está cualificado y en que el centro cumple las normas de seguridad clínica”, concluye el Dr. Gurrea. “La salud no es una franquicia: es una responsabilidad”.