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Una operación delicada no exenta de complicaciones

Las intervenciones para ganar altura son una nueva moda que ha estallado en Estados Unidos y que acaba de llegar a España. Una técnica que se utiliza para corregir malformaciones congénitas como brazos asimétricos, piernas torcidas o centímetros de diferencia entre extremidades. No obstante, hay quien se somete a esta operación para ganar altura voluntariamente, pero además de resultar dolorosa también es cara, pues cada centímetro ronda los 10.000€. No es un tratamiento fácil y puede tener peligrosas consecuencias, como infecciones óseas o tener que permanecer en silla de ruedas por un tiempo.

En que consiste

Esta operación consiste en romper quirúrgicamente el hueso, introduciendo un aparato externo (tutor) que se coloca a ambos lados de la extremidad a elongar y se fija quirúrgicamente al hueso mediante tornillos de 15 cm responsables de la extensión del tutor.

El segundo paso, es fracturar el hueso para que se vuelva a “unir” por osteogénesis (formación de tejido óseo) con un milímetro diario de alargamiento del hueso. Para ello, diariamente mañana y noche, el paciente debe girar los tornillos de la forma recomendada por los profesionales.

Este método está concebido originalmente para tratar a personas con algún tipo de “displastia ósea” como por ejemplo la acondroplastia (conocido como enanismo). Asimismo, se emplea para corregir dismetrías entre los miembros inferiores, problemas de crecimiento o casos de pérdidas de huesos a causa de traumatismos o tumores.

En los jóvenes, la consolidación ósea es más rápida que en los adultos, pudiendo ganar entre medio y un milímetro por día. En los menores de 12 años, esta técnica se recomienda cuando el problema afecta a otros sistemas (cardíaco o urinario) que puede poner en riesgo su vida. Sin embargo, en los y las adolescentes, se debe considerar si la baja talla patológica los afecta emocional o psicológicamente.

Cuidados tras la intervención

Durante el alargamiento se realizan ejercicios de fortalecimiento muscular y estiramiento tendinosos, que empiezan después de la cirugía. Además de ser conveniente la práctica de la natación u otras actividades deportivas.  

Tras la intervención, el paciente puede pasar hasta una semana en el hospital y no es hasta 8 meses después de la elongación, cuando el tratamiento empieza a consolidarse y el paciente puede volver a sus actividades rutinarias.

Riesgos de la cirugía

Hasta ahora, los riesgos conocidos son las infecciones alrededor de los tornillos, que se curan con antibióticos; el retardo de consolidación (cicatrización) del hueso, el cual implica un alargamiento que debe realizarse de forma más lenta y controlada mediante radiografías acelerada con estimulación eléctrica nocturna, o la depresión que causa el uso continuo del aparato. Siendo el más grave el retiro temprano del dispositivo, que se evita con la lectura correcta de las radiografías.

Aun así, existen técnicas alternativas a este procedimiento reduciendo así los riesgos y complicaciones posibles. No dudes en pedir consejo a nuestros especialistas antes de tomar cualquier decisión. Si después de todo esto sigues queriendo tener más información sobre la técnica de la elongación ósea,  no dudes en solicitar una cita  en el  638 852 942 o escríbenos a muguerzafranco@muguerza-franco.com para recibir asesoramiento sin compromiso.

FUENTES: Instituto Downey; Junta de Andalucia; Top Doctors